15 nov 2010

Más allá de las letras...

Cuando hablamos de la influencia de la Guerra Civil Española, la literatura, por supuesto, nos proporciona un recurso impresionate para transportarnos a aquella época llena de sangre y lagrimas. Sobre todo, por los versos sangrientos, por las palabras desesperadas, los poetas que se preocupaban mucho por el futuro de un país frente a encrucijada, expresan su gran tristeza y enfado por la crueldad de la guerra, y al mismo tiempo, una esperanza que nunca se ha apagado en la oscuridad...


LA MUERTE DEL NIÑO HERIDO ANTONIO MACHADO

Otra vez en la noche... Es el martillo
de la fiebre en las sienes bien vendadas
del niño. —Madre, ¡el pájaro amarillo!
¡las mariposas negras y moradas!
—Duerme, hijo mío. —Y la manita oprime
la madre, junto al lecho. —¡Oh, flor de fuego!
¿quién ha de helarte, flor de sangre, dime?
Hay en la pobre alcoba olor de espliego;
fuera, la oronda luna que blanquea
cúpula y torre a la ciudad sombría.
Invisible avión moscardones.
—¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?
El cristal del balcón repiquetea.
—¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!











LA PRIMAVERA ANTONIO MACHADO

Más fuerte que la guerra —espanto y grima

cuando con torpe vuelo de avutarda
el ominoso trimotor se encima,
y sobre el vano techo se retarda,
hoy tu alegre zalema el campo anima,
tu claro verde el chopo en yemas guarda.
Fundida irá la nieve de la cima
al hielo rojo de la tierra parda.
Mientras retumba el monte, el mar humea,
da la sirena el lúgubre alarido,
y en el azul el avión platea,
¡cuán agudo se filtra hasta mi oído,
niña inmortal, infatigable dea,
el agrio son de tu rabel florido!



Rosario, dinamitera

Miguel Hernández

Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.
Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!
Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.

Vicente Aleixandre

Ay, voz que cantas la vida
de este muchacho del pueblo,
honor de la gesta heroica,
José Lorente Granero:
calla y no digas la triste
terminación del suceso
ocurrido entre las peñas
que baña un arroyo fresco!
¡Ay voz que cantas la historia
que aquí escucháis de Granero:
acaba y narra hasta el fin
maravilloso suceso
ocurrido en una noche
de temeroso recuerdo!

El mulo mola Jose Bergamin

El hijo de la gran Muía
por Mola vino a las malas.
Como no tuvo soldados
los hizo con las sotanas.
De lejos, el traidor Franco
sólo promesas le manda,
y tomándolo por Mulo
le anuncia tropas mulatas . . .


¡Cuídate, España...! Cesar Vallejo
¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!…


Fanfan Kong



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