8 nov 2010

Los niños de la Guerra.







LOS NIÑOS DE LA GUERRA: LA CARA MÁS TRISTE DE LA CONTIENDA


Son las víctimas inocentes de la violencia que desencadenan los adultos y sufren de forma pasiva sus consecuencias. Atrapados en medio de la pesadilla que asola España, sus juegos infantiles y sus recuerdos quedarán señalados con una marca que arrastrarán durante el resto de sus vidas: la huella de los niños de la guerra.
Desde los comienzos de la Historia, los niños han sido víctimas de la violencia. Sin tener conciencia del por qué, han sufrido de forma pasiva las consecuencias que toda guerra lleva aparejadas. Ser niño o niña de la guerra no significa únicamente haber nacido y vivido la niñez en un país inmerso en un conflicto bélico, su verdadero sentido viene del hecho de que ese fenómeno va a suponer un cambio decisivo en sus vidas, cambio que en otras circunstancias no se habría producido. Es una generación marcada y la sensación de algo trágico que les ocurrió en su infancia, la guardarán dentro de sí o la compartirán con otros hombres y mujeres que, como ellos, tuvieron similares experiencias. A la hora de enfrentarse a las consecuencias hay que ver si los niños son hijos de vencedores o de vencidos, y si han permanecido junto a sus familias durante la guerra o fueron separados. En la Guerra Civil se produjo por primera vez el fenómeno de las evacuaciones oficiales de los niños solos con el fin de alejarles de los escenarios bélicos. Los niños fueron llevados a la región mediterránea de Levante y Cataluña o al extranjero. Los viajes a estas zonas se hacían en trenes y camiones y los viajes resultaban peligrosos e incómodos. Cabe preguntarse por qué se tomó la decisión de evacuar a estos niños y si fue necesario y conveniente. En cualquier caso la guerra rompió la infancia de estos niños, les hizo adultos antes de tiempo y convirtió a muchos de esos “ángeles perdidos” que nos retrató el cine en la emotiva película de Fred Zinnermann (1948)”


Alicia Alted Virgil es profesora titular de Historia Contemporánea en la UNED y autora del libro La voz de los vencidos.
Las Navidades del año 1937 son probablemente las primeras que los niños españoles pasan alejados de sus padres. Éstos han decidido separarse de ellos, con el único objetivo de protegerlos. Los bombardeos en las ciudades se van haciendo cada vez más continuos y temen por la vida de sus pequeños. En sus nuevos hogares, en países extraños y con gente que jamás han visto, esperan ansiosos alguna llamada o noticia de sus padres. Pero son muchos los que no reciben esa ansiada carta que tanto esperan.
.Los padres de estos niños que abandonan España militan en su mayoría en partidos políticos y tienen compromiso activo con la causa republicanas en cuyas filas muchos se encuentran luchando convencidos de las ideas que defienden.
Las evacuaciones desde Madrid tienen como principal destino la costa mediterránea y sobre todo, valencia. En muchos casos, los menores van acompañados por sus familiares. Otros no tendrán tanta suerte, porque la guerra ya los ha convertido en huérfanos. Éstos y otros niños reciben entonces los ciudadanos de las distintas organizaciones de ayuda. A pesar de que el trayecto no suele ser muy largo, los viajes se hacen muy pesados. Pese a todo, muchos padres deciden no separarse de sus pequeños, aun sabiendo el peligro que eso puede traer para sus vidas. Son incapaces de ver cómo se alejan sus hijos sabiendo que probablemente no los vuelvan a ver nunca más.
Por otra parte, la vida de los niños una vez llegados a sus países de destino no fue tan mala. Con el recuerdo de los padres siempre en la mente, eran recibidos con los brazos abiertos por sus padres adoptivos, y agasajados con flores, música, caramelos y aplausos. Recibieron una atención médica y gran cariño por parte de sus acogedores, algo por lo que les deberán estar agradecidos toda su vida, pues los cuidaron como a sus propios hijos.
En las fotos que acompañan a esta sección se pueden observar los rostros de los niños que sufrieron la guerra. En algunos parecen ajenos a la desgracia que está ocurriendo a su alrededor, pero en otros se aprecia el cansancio y el miedo ante los bombardeos que asolan las ciudades, como es el caso de la niñita fotografiada por Robert Kappa mientras descansaba tras un bombardeo. A pesar de los esfuerzos de sus familiares por alejarlos del peligro, muchos de estos niños nunca se recuperaron de las secuelas que deja cualquier guerra, las bombas y gritos resonaron en su cabeza el resto de sus vidas.


Foto de Robert Kappa.
Una pequeña descansa con la mirada perdida
tras unos bombardeos de Barcelona .

La historia se repite para 32.000 menores que abandonan España, son ellos los que se convierten en víctimas de un conflicto que no acaban de comprender. Las imágenes de niños y padres que se despiden son escalofriantes, y por desgracia cada vez más frecuentes durante la guerra. Esta es la parte más amarga de las contiendas; el tener que ver a menores que sufren sin tener ninguna culpa de lo que ocurre a su alrededor, de tener que romper su infancia por un hecho que ni siquiera entienden.


Una pequeña se recupera de las heridas que
ha sufrido en un bombardeo del bando nacional.


Una niña fotografiada con un fusil y uno
de sus juguetes preferidos a su lado




Un niño ayuda a un miliciano a arreglarse
antes de salir al campo de batalla.

He subido esta entrada que es un documento sacado de una página de internet y lo he subido porque me llamó la atención cómo vivieron los niños durante la guerra civil.


"Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro."

kristel

1 comentario:

  1. La entrada es muy emotiva. Siempre es honorable mostrar esta sensibilidad hacia el prójimo.

    Ahora bien, falta la memoria de grupo (o resumen de la reunión del pasado martes).
    Atentamente,

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